Una canción de Sabina me ha hecho plantearme el asunto del equilibrio. Pero una historia sobre el equilibrio es siempre una historia desequilibrada, un cuento que va dando tumbos hasta alcanzar la estabilidad. Miro a mis nuevos alumnos adolescentes y veo a pequeñas personas dando tumbos, a veces dando voces que ahora empiezo a sospechar que se trata de llamadas de ayuda, más que de provocaciones de alguien que pretende llamar la atención. Desde el desequilibrio se busca el equilibrio, al vesre que en la naturaleza, en la que la regla es que desde el equilibrio se tiende al caos a través de la entropía… Y si eres alguien que necesita ayuda (algo de lo que no eres consciente), no parece ideal que como respuesta recibas un gruñido, un reproche o un castigo… Lo que me lleva a pensar que las formas de comunicación a esta edad, y a cualquiera, pueden llegar a ser muy sofisticadas. ¿Pero qué es el equilibrio? ¿Y para qué y por qué lo necesitamos? Pues no lo sé muy bien, pero diría que proporciona seguridad, paz, estabilidad, fuerza y serenidad para enfrentarnos a los cambios. Imagino que un equilibrista que debe encarar a un temporal se sentirá más seguro con los dos pies en el suelo que sobre un gran globo de helio… Si ellos buscan el equilibrio, conscientemente o no, y yo no les ayudo adecuadamente, sospecho que mi trabajo tiene pocos visos de éxito… y quiero éxito en mi trabajo, porque el éxito reforzará mi equilibrio. Un círculo poco vicioso.
Para saber más sobre adolescentes:
¿Qué es un adolescente?
Ser madre o padre de un adolescente, artículo de la psicóloga Marian Domingo.
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