Londres tiene una belleza que bordea lo rural, es como una gran aldea encorsetada en la modernidad, es una mezcla sin agitar con una parte agitada, multiétnica, multicultural. Conserva la leyenda de la puntualidad británica, se muestra orgullosa de la amabilidad de los sitios convencida de que un buen ambiente potencia el bienestar. Tiene sus contradicciones, incluso culturales, pero quien no las tiene. Tiene un clima sospechosamente húmedo, frío, ventoso a veces, un río que baja dudando entre el sosiego y la inquietud. Tiene historias sangrientas, teatros shakesperianos, cuentos de hadas, multitudes obreras y menos obreras que toman cerveza y fish and chips los viernes en los pubs, familiares, bulliciosos. Funerales de ensueño para adolescentes sin cabeza que reinaron durante una semana, para reinas cuya cabeza fue despreciada por su rey; curas que alientan la fe entre los turistas, catedrales que parecen tumbas, museos gratuitos que custodian culturas muertas y “recogidas” en los largos años del imperio victoriano, incendios que generaron monumentos. Londres vive en las plazas donde los artistas callejeros crean todas las tardes nuevas formas de la ilusión, en las calles llenas de librerías de obras de segunda mano, en los músicos sin manos de las galerías del metro, en los twenty four hours asiáticos, en los ríos de bikers mezclados pero no diluidos en el tráfico, en los musicales que siempre tienen público. Londres es una ciudad encantadora. O por lo menos soñadora.
domingo, 9 de marzo de 2014
viernes, 27 de diciembre de 2013
Serrat o el viaje de la música
Hoy me he despertado y al "abrir" la prensa para ver que había sido del mundo en mi ausencia me
he topado con la noticia de que Serrat cumple setenta años. Y leyendo y
escuchando a la vez algunas de sus canciones emblemáticas el autor del artículo
ha declarado que las canciones viajan, que las canciones de Serrat, al menos,
viajan a través de generaciones. No solamente las canciones de Serrat viajan,
lo ha hecho la música clásica, las canciones infantiles, las coplas, la rumba, las
canciones folklóricas, tantas formas musicales. Muchas personas llevan
asociadas a sus vidas momentos clave que regeneran en su recuerdo con
determinadas canciones. La música tanto se asocia a los momentos cotidianos
como a los trascendentales. Y aunque desde hace muchos años existe una industria
musical que nos ha dirigido en cuanto a lo que “debíamos” escuchar, con el paso del tiempo y cada vez más las canciones acaban siendo
propiedad de la gente, que es quien las mantiene vivas.
Hoy las nuevas tecnologías,
con esos maravillosos canales musicales temáticos, fomentan y ayudan a que la
música que merece la pena, la que llevamos dentro, la que haría si no existiera
que algunos de los momentos clave de nuestras vidas se volvieran sordos, poco a
poco vuelva a ser nuestra. Aunque nunca sepas que existimos, muchas felicidades Joan Manuel, alma del viaje de tanta música, nosotros somos el espejo de tus canciones, los verdaderos propietarios y mantenedores de ese bosque de emociones del que tú eres creador.
domingo, 17 de noviembre de 2013
Biking Dead
domingo, 6 de octubre de 2013
Adolescentes y equilibrio
Una canción de Sabina me ha hecho plantearme el asunto del equilibrio. Pero una historia sobre el equilibrio es siempre una historia desequilibrada, un cuento que va dando tumbos hasta alcanzar la estabilidad. Miro a mis nuevos alumnos adolescentes y veo a pequeñas personas dando tumbos, a veces dando voces que ahora empiezo a sospechar que se trata de llamadas de ayuda, más que de provocaciones de alguien que pretende llamar la atención. Desde el desequilibrio se busca el equilibrio, al vesre que en la naturaleza, en la que la regla es que desde el equilibrio se tiende al caos a través de la entropía… Y si eres alguien que necesita ayuda (algo de lo que no eres consciente), no parece ideal que como respuesta recibas un gruñido, un reproche o un castigo… Lo que me lleva a pensar que las formas de comunicación a esta edad, y a cualquiera, pueden llegar a ser muy sofisticadas. ¿Pero qué es el equilibrio? ¿Y para qué y por qué lo necesitamos? Pues no lo sé muy bien, pero diría que proporciona seguridad, paz, estabilidad, fuerza y serenidad para enfrentarnos a los cambios. Imagino que un equilibrista que debe encarar a un temporal se sentirá más seguro con los dos pies en el suelo que sobre un gran globo de helio… Si ellos buscan el equilibrio, conscientemente o no, y yo no les ayudo adecuadamente, sospecho que mi trabajo tiene pocos visos de éxito… y quiero éxito en mi trabajo, porque el éxito reforzará mi equilibrio. Un círculo poco vicioso.
Para saber más sobre adolescentes:
¿Qué es un adolescente?
Ser madre o padre de un adolescente, artículo de la psicóloga Marian Domingo.
domingo, 1 de septiembre de 2013
El Camino de los caminos
Tiempo hace que el Camino de Santiago era antes que nada una vía de fe, de misticismo, alguna promesa por pagar, reencuentro del peregrino con el peregrino, huella de otros peregrinos, a veces esquivar bandoleros desalmados, a veces refugio en primitivos hospitales. Peregrinos que deambulaban por senderos en compañía de la soledad, gélidas brisa o aplastante calor de estío. Tiempo hace que los peregrinos andaban sin smartphone, sin redes sociales, no hubo tejidos especiales ni calzado transpirable. Peregrinos ciertamente dotados de una fe distinta que la propia de este siglo XXI. Venciendo las dificultades innatas de un camino no siempre sencillo. ¿Comer donde?, recuperarse del duro esfuerzo… ¿y las cremas?, satisfacer la sed… ¿agua fresca mineral?... No debió ser sencillo ser peregrino doscientos o trescientos años atrás. Resulta difícil imaginar el desasosiego de los antiguos peregrinos, hoy que el camino suena alegre en su traqueteo de palos de caminante, en su bullicio de risas y sonrisas, suave murmullo de charlas cercanas, ojo que viene bici, rodando por el sendero como un delfín que se abre paso en la ola que rompe, apartando a la gente con su suave ring ring, buen camino peregrino. Zambullirse en el Camino de los caminos promete albergar dentro algún pequeño tesoro que no necesita protección, ni caja ni nada… la melancolía del que hizo algo por sí mismo, que deja huella… Y muchos, muchos repiten.
viernes, 23 de agosto de 2013
Con M de Mar
Agua azul transparente o turbia, sosiego o ira, colmo de vida, devoras con tu caricia de humedad, te deslizas por los poros de todas las pieles, te desbordas, lo invades todo, refrescas los pensamientos, te elevas y te rompes en una explosión de blancura efímera.
Agua grande de los veranos de la niñez, déjame que recorra tus ojos verdes, que recuerde tus veranos azules, rojos y amarillos, inmensos; concédeme la música de tus noches, la dulce soledad de tu recuerdo, el susurro de viejas canciones con olor a sal.
Agua fresca de los confines de los polos, si no entiendes de precauciones, si extremas tu abrazo y engulles lo que te invade, en tu transparente espiral de frontera entre vida y muerte, si llegas hasta el final de los orígenes, hasta la insondable oscuridad, entonces…
Entonces no te rindas, no seas metal, ni plástico ni deshecho alguno; no seas veneno de vida, no borres ese movimiento grácil de tortuga sobre un fondo sin fondo, ni extingas la explosión instantánea de un banco de peces contra la luz difusa de la superficie, ni el movimiento sinuoso de tus criaturas de colores. Mejor se bloque, se piedra que flota y que rompe con bruscos sonidos los trozos de la tierra que te acoge, se tormenta y remueve los cimientos de todos los globos que te acogen, el de los humanos insensibles e insensatos con tu maternidad, el de los profundos secretos, tan bien guardados que preferimos antes conocer esa luna de pálida redondez que tus maravillas inexpugnables, el del futuro inexplicable para una especie que te aprecia y te desprecia en una interminable orgía de contradicciones entre el amor y la indiferencia. Luchemos por el mar.
Diez cosas que se pueden hacer para salvar el mar.
jueves, 23 de agosto de 2012
De qué estarán hechos los sueños
No sé si a todo el mundo le pasa lo mismo, pero sospecho que
los sueños más primigenios, los menos evolucionados, los casi neonatos proceden
de esa etapa en la que nos hacemos hombres y mujeres. Un tiempo en el que nos preguntamos esas
cosillas eternas: por qué estamos aquí, por qué somos humanos y no guacamayos,
cual es el tamaño del universo o hasta donde podremos viajar y cuanto tiempo
tenemos para hacerlo. En esa fase en la
que tendemos a arriesgarnos más de la cuenta, básicamente porque no tenemos
nada que perder y porque casi habiendo acabado de descubrir el mundo no vemos
ningún motivo para no recorrerlo de cabo a rabo, se generan los sueños. Hoy he leído que los
adolescentes no se arriesgan tan torpemente como sospechamos los adultos… que
en realidad miden el riesgo, que sólo se pavonean un poco para demostrarle al
mundo, pero sobre todo a sí mismos, lo fuertes, lo grandes, lo poderosos que
pueden llegar a ser. ¿Sobreviven los
sueños al paso del tiempo? ¿Evolucionan
los sueños con el tamiz de la experiencia?
¿Es bueno o no lo es conservar los sueños antiguos, no perder la
esperanza? ¿Hay que descartar los sueños
que, por las circunstancias que sean, son ya muy probablemente sueños
imposibles? ¿Nos abandonan los sueños
irremediablemente?
Cuando nos enfrentamos a nuestros sueños de juventud, más tarde que pronto, pero sin llegar a nunca…
Cuando los sueños se vuelven crueles…
Cuando se vive en la fábrica de los sueños...
Sueños que cobran vida... que ignoran lo que son.
Cuando la vida que se ve pasar como un sueño...
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